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El vestido de los sueños 2


Se quedó mirando fijamente aquel barco dentro de la botella de cristal. Al retirar el tapón de corcho pudo sentir la brisa y el olor del mar por un instante, y el olor trajo el recuerdo,y el recuerdo las palabras.

Le vino a la memoria aquel día, hacía ya muchos años, en un parque. Un señor de mediana edad, barría el suelo de las hojas otoñales que lo inundaban. Parecía muy feliz, y dedicaba una gran sonrisa a todo aquel que a su lado pasaba, aunque nadie la devolvía. La gente pasaba ensimismada en sus propios asuntos.

Allí estaba él unas décadas atrás. Solitario, sentado en un banco, triste y cabizbajo, probablemente por algún pesar típico de la infancia, de esos que pasan fugazmente y no dejan huella. Entonces el hombre se acercó, y se sentó a su lado. Lo suficientemente cerca para notar su presencia y lo suficientemente lejos para no incomodarlo. Y así, sin más, aquel hombre empezó a hablar para el niño, para si mismo, quién sabe...:

— Me encanta ver pasar a la gente, y ver como a veces dejan alguna de sus sonrisas. Esas sonrisas sinceras que quedan en el aire, esas sonrisas que vienen sin más y que dejan una sensación de bienestar en el alma, aunque sea fugaz . Pero por otra parte, no me gusta ver esos semblantes serios ajenos a todo lo que le rodea, esas caras unas veces de tristeza otras indiferencia, otras de desdicha, qué más da, no me gusta verlas. Pero aún menos me gusta ver esa tristeza en personitas que aún no deben conocer esas clases de pesares que con los años se van sumando a esa mochila que todos cargamos ... Sabes, yo dejé mi mochila ya hace mucho tiempo, sí , la dejé olvidada. Me la quité y la tiré al suelo , sin pensar sin más y el alivio que me dejó no sólo en mi espalda sino en toda mi alma fue como volver a nacer de nuevo . Debes saber que esa mochila no sólo la llenas tú, bueno en cierta manera sí que la llenas tú, aunque hay mucha gente que se encarga de facilitarte la tarea de hacerlo.


Entonces, una vez captada la atención del muchacho , giró la cabeza y lo miró directamente . Su rostro emanaba felicidad y sobre todo una inmensa tranquilidad que pronto cautivó los pequeños ojos del chico . Y ahora sí, aunque a cierta distancia los dos se miraron fijamente y el hombre prosiguió:

— Te enseñaré un regalo que me hizo mi padre ya hace mucho tiempo, mucho mucho tiempo .


Se levantó del banco y fue a buscar sus cubos de basura donde dejaba las hojas secas. Detrás de ellos había una cajita que parecía no haber estado allí antes, pero allí estaba ahora; la cogió y sacó de dentro un objeto que sorprendió al muchacho. Era un barquito dentro de una botella de cristal, la botella resplandecía como si fuese acabada de pulir. El niño jamás había visto una cosa parecida y abrió los ojos como platos para contemplar aquel objeto. Entonces el hombre le dijo:


—Puedes ver que este barquito esta dentro de esta botella de cristal, incluso tiene un tapón. ¡Como si realmente el barco pudiera escaparse!... ¿dónde ves normalmente los barcos, en el mar verdad? navegando por la inmensidad del océano. Allí se sienten libres , así como los que van dentro de él... imagina que este barco representa un sueño, el sueño más grande que puedas llegar a imaginar, aquello que quieres ser, aquello en lo que te quieres convertir, aquello que desearías con todas tus fuerzas. Un sueño, un gran sueño . ¿Crees que dentro de esta botella ese sueño podrá brillar? Quizás sí, una vez lo hayas tejido una vez le hayas dado forma una vez lo hayas introducido y hayas cerrado la botella con el tapón para que nadie te lo pueda arrebatar. Pero ese sueño sólo lo verás tú ,ahora es tuyo y nadie más podrá arrebatártelo...Pero si lo dejas ahí, no se hará realidad pues como los barcos necesita la inmensidad del océano para navegar... -Eso me dijo mi padre, entonces me miró con seriedad y me preguntó: "¿tienes tu sueño? estoy seguro de que sí. El cristal de la botella brillaba como nunca antes había visto." Entonces con un tono aún más serio, me miró fijamente y me dijo: "Rómpela, rómpela!! libera tu sueño, deja que respire, que navegue, que corra, que vuele...libéralo!!! libéralo." lo miré sorprendido, pero algo en mí que notaba que crecía con gran fuerza en mi interior me hizo reaccionar. Y en un acto reflejo, cogí la botella y la dejé caer al suelo... El cristal se hizo pedazos, pero el barco quedó intacto, limpio, puro, nuevo, realizado... tú mismo lo puedes ver ahora muchacho. Entonces el hombre le enseñó el barco que había sostenido durante toda la charla en su mano derecha. La botella había desaparecido como por arte de magia. El niño estupefacto no podía creer lo que estaba viendo...y prosiguió: -Entonces mi padre me dijo muy tiernamente: "ponte el vestido de los sueños y no dejes que te lo manchen las realidades de los demás" y empezó a reír y a darme palmaditas de aprobación por mi gran gesta. Liberar mi sueño!!!!...No te molesto más, me ha gustado mucho charlar contigo; pero antes de irme, déjame que te haga un regalo. Quédate con este barco, moldéalo, dale tu luz y libéralo cuando creas necesario... El hombre se levantó y dejó el barco desnudo en su caja, la cerró y se la ofreció al niño. Sin más palabras, pero con una sonrisa, dejó al muchacho allí sentado y prosiguió con sus tareas en el parque. El niño aún estupefacto por la historia y el inesperado regalo, cogió la caja y la abrió...Entonces su curiosidad salió por la puerta y el asombro entró derrumbando las paredes de de su alma. El barco volvía a estar dentro de la botella!!! el tapón a otro lado y con una nota que decía: "Escoge tu sueño y pon el tapón, ya sabrás cuando liberarlo". El niño alzó la vista en busca de aquel hombre, pero como por arte de magia, ya no estaba. No quedaba rastro alguno de él ni de su escoba, ni de sus cubos...solo un montón de hojas secas que empezaron a volar en espirales hacia el cielo. El niño, absorto, las siguió con la mirada y al llegar justo a encontrarse con el sol de media tarde; le pareció ver unas grandes alas blancas que se alejaban. Pero los rayos del astro lo cegaron por unos instantes, y todo quedó como al principio, solitario...excepto por la caja, la botella, el barco... Aquel muchacho estaba ahora allí, recordando esa conversación que creía olvidada. Habían pasado dos décadas. Sonrió con un aire de autosuficiencia; hacía tiempo que le rodaba por la cabeza hacer algo grande, solo que el miedo...se lo impedía. Te lo impide...cogió la botella y miró a través del vidrio aquel barco, forjado con sus más íntimos pensamientos...lo miraste. Alzó la botella, y la dejó caer. El cristal se hizo añicos pero el barco quedó intacto. Algo cambió aquel día...a qué esperas? la tienes en tus manos. Por Jordi Luna

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