El sendero inicia el camino, y el camino va hacia el bosque. Del bosque a la montaña, y de la montaña al vacío...y en el vacío, nada. El sendero serpentea y sube, sube girando el camino. El bosque es oscuro y sombrío y detrás del bosque la montaña y detrás...el vacío, y en el vacío, nada. El sendero no está limpio y el camino se hace torpe; se abre y cierra el bosque y detrás del bosque la montaña y detrás... el vacío, y en el vacío nada. El sendero es estrecho y hace dificultoso el camino. Entonces el bosque te atrapa, y detrás del bosque la montaña y detrás...el vacío, y en el vacío, nada. Recorrer el mismo sendero día a día, no hizo diferente el camino y éste siguió su curso indiferente por el mismo bosque sombrío. Y al llegar a la cima de la montaña volvía a caer al vacío... y en ese vacío seguía sin haber nada.
Pensé que era hora de olvidarme del camino, y empezar a llenar el vacío...Así el vacío se hizo pleno y bajando la montaña podía ver por encima del bosque. Por encima del bosque vi otro camino y era grande aquel sendero. Al subir otra mañana, el sendero era espacioso y hacía plácido el camino. El bosque me arropaba, la montaña me alzaba y detrás...no hizo falta mirar más.
Tú haces tu propio camino...
Por Jordi Luna
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