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El Lago


Dicen que la mente en calma es como un gran lago en una alta montaña. El agua permanece quieta y totalmente cristalina, si tiras una piedra, se forman unas ondas por unos momentos y luego vuelve todo a su situación inicial. Dicen que si logras sentarte al borde de ese lago y observar a la orilla opuesta, después de unos minutos, si el agua sigue en calma; puedes verte a ti mismo observándote. Es tu otro yo, ese que llevamos dentro, ese que nos habla sin hablar, y al que deberíamos escuchar y preguntar más a menudo. O simplemente; buscarlo... Así es que un día, cogí todo lo necesario para subir a la montaña. No necesité botas ni cuerdas, ni ropa especial. Cogí lo necesario; mas bien...dejé lo innecesario y desnudo empecé el camino. Después de controlar la respiración para llegar en plena forma hasta el lugar, alcancé a ver por fin el gran lago. Unas nubes negras oscurecían el paisaje, y la incesante lluvia no paraba de golpear la superficie del lago; pero yo tenía la certeza de que detrás de esas nubes se escondía un cielo azul, pues siempre está ahí. Y al llegar por fin, me senté en una roca a la orilla del lago "yo", así se llamaba... contemple su inmensidad y a medida que olvidaba todas las preocupaciones, la lluvia fue cesando y las nubes desapareciendo, entonces se instaló un sol radiante que iluminó toda la montaña. Ahora unas nubes blancas pequeñitas, surcaban el cielo. Las observaba como pasaban sin más, y entonces me detuve a sentir...mis oídos percibían calma, cantos de pájaros, una ligera brisa, y un ligerísimo oleaje en el lago. Mis ojos se centraron en la superficie de éste. Después de unos segundos, y mientras se hacía la noche para mis ojos; noté mi presencia en la tierra, mi peso en el suelo, y todos y cada uno de mis músculos. Los que estaban en calma y los que no. Y como al querer contar ovejas para dormir, empecé a fijarme en mi respiración, como el aire salía y entraba por mi nariz, mis pulmones, diafragma, vientre, y contaba y esperaba... Entonces, con los párpados cerrados, se hizo la luz para mis ojos...y observé la otra orilla. Estaba en calma, no había nadie. Miré al fondo del lago y allí sí podía ver ahora, bajo su agua cristalina, recuerdos, alegrías, amor, calma y más calma. Después de unos minutos de contemplación, alcé la vista y al otro lado del lago...vi una figura oscura que miraba en mi misma dirección. La figura estaba quieta y vigilante, tanto como la tensión que ahora sentía yo sobre mis hombros. Una vez fui capaz de aguantar su mirada, su rostro se aclaró...y sí, allí estaba yo, al otro lado. ¿O quizás era yo mismo el que estaba al otro lado de él?. En ese momento tan inquietante, logré juntar un poco de valor y lucidez para comprender los acontecimientos. De repente él y la roca donde estaba sentado, se fueron acercando por encima del agua hasta llegar a un metro de mi. Era como mirarse a un espejo, pero sintiendo tu ansiedad y viendo tu calma a la vez reflejada en ese espejo. No hizo falta preguntar, pues las respuestas surgían a las preguntas adivinadas. Y me dijo tanto sin hablar, y me dijo tanto hablando...Una vez hubo acabado, desapareció como una nube de vapor por detrás de las montañas. El lago entonces seguía en calma... Desperté entonces sin estar soñando. Mis ojos se abrieron paso entre una tierna neblina. Mis sentidos florecieron, y mi mente despertó al ahora, más libre, más vacía. Y comencé el camino inverso de bajada, me puse mis ropas, y seguí viviendo...solo que esta vez, y cada día más...un poco más despejado de pensamientos inútiles. En plena consciencia... ... Y esa es la voz, que todos llevamos dentro de nosotros, que en el gran lago de la calma espiritual, nos es revelada; ¿cuántos de nosotros la ignoramos?, ¿cuántos la desoímos?, ¿cuántos podemos oírla?...Todos. Solo por unos minutos diarios de plena atención, podemos mejorar el resto de los días. ¿Te has escuchado últimamente? Por Jordi Luna

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